Jose María Borda – Artículo: Fábricas Inteligentes

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En el escenario de una nueva desaceleración es el momento de invertir en la mejora radical de competitividad de la industria. Utilizamos habitualmente términos excesivamente generalistas para escenificar los retos a superar como “resiliencia” o “digitalización” entre otros, pero concretar la ruta que cada compañía debe recorrer para garantizar su futuro requiere de un análisis previo concienzudo; no sirven los lugares comunes.

Durante el último lustro hemos sufrido una oleada de mensajes respecto a la necesidad de realizar una “transformación digital” de las organizaciones industriales que han servido para concienciarnos sobre la necesidad de realizar cambios y las oportunidades que algunas tecnologías podían aportar.

Las empresas que han aprovechado las oportunidades de la tecnología disruptiva asociada a las Fábricas Inteligentes son las que disponen de un plan riguroso de evolución competitiva y lo están poniendo en marcha al ritmo preciso, adaptándolo y priorizándolo según sus necesidades y la evolución de su negocio: algunas tendrán que abordar proyectos menores porque ya están muy avanzadas y otras tendrán que desarrollar proyectos de transformación industrial integral pues las actuaciones basadas en perspectivas “aisladas” son menos eficientes.

La fábrica inteligente se sustenta en tres pilares: tecnología industrial avanzada, con innovación radical de los procesos industriales y la implantación de nuevas tecnologías de fabricación ágiles; digital, con la aplicación de habilitadores como la IA, robótica y automatización flexibles; y las personas, con la capacitación en los nuevos procesos y tecnologías para obtener el rendimiento deseado.

Las crisis están llenas de oportunidades. Solo hay que prepararse para acometerlas.

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