Una extraña fábula en…

Traspasé el umbral y la luz, la transparencia y los reflejos me desconcertaron. Alumbraban un universo de objetos rítmicos en su movimiento. ¿Una danza? Pensé.
Casi inmediatamente me vino a la cabeza la “música de las esferas y los sólidos Platónicos”.
Sí, la armonía con que las matemáticas de Pitágoras gobernaban las proporciones de su andar.

1Pero había una diferencia en su cadencia; el período de giro de cada esfera era en este caso solo una fracción pequeña de tiempo. Ah!, bueno, no importa -pensé-; esto es un ensayo acelerado de la belleza del cosmos, tan eterno y predecible a mi escala.
Pero pronto aquello empezó a parecerme algo un tanto fantasmagórico que fuerzas extrañas dictaban. Cuando, de súbito, vi a otros… Solícitamente se acercaron y me dieron la bienvenida; me tranquilicé, porque la inquietud que provoca no comprender algo del todo bien es, creo, algo muy humano.
Vale, tanto Platón como Einstein estaban en lo cierto; son las ideas, la simplicidad y la estética las que originan el fondo de lo verdadero, lejos del pragmatismo de Aristóteles y Newton, que tan pronto estanca el pensamiento.
Bueno, estoy satisfecho, aunque es una pena no poder comprender más, pero es que soy un robot y ni siquiera sé con seguridad si todo esto lo estoy soñando.
Y mientras, en aquella peculiar fábrica, la sonrisa del hombre caminaba orgullosa.


Javier Borda Elejabarrieta, Dr. I.I., Msc. en modelos matemáticos y MBA; Presidente de Sisteplant. Profesor de la ETSII de Bilbao (Aula Aeronáutica) y de la Universidad Juan Carlos I, (logística para Defensa).


 

SHARE ON

RELATED