Mucho que aprender de la Alhambra para la industria que va a perdurar

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Cuando los monarcas Nazaríes fueron construyendo el complejo de la Alhambra, maravilla de ingeniería hidráulica y arte geométrico, lo hicieron tanto con objetivos tecnológicos, como defensivos, estéticos y de demostración de liderazgo científico y matemático.

Sin duda, aquél sofisticado enfoque multipropósito creó una comunidad compacta y motivada, sorprendida día a día con novedades y visiones, y decidida a perfeccionar e innovar sobre las proporciones greco-romanas en la arquitectura. Y logrando efectos sorprendentes de habitabilidad, seguridad, coherencia funcional, lumínica y de formas cambiantes según la estación del año, incitaron una sociedad (una gran fábrica, ¿por qué no?) innovadora y radicalmente avanzada a su tiempo.

Uno podría emular muchas de estas cosas (no hace falta demasiada imaginación) para conseguir fábricas absolutamente trascendentes del 4.0, que no deja de ser una moda tecno-superficial que se consigue con más dinero que imaginación.

Esas -las trascendentes- son las que perduran con una ventaja competitiva abismal cuando se desarrollan con fuerza en el alma interna del negocio.

Prácticamente nada de esto veo reflejado, ni siquiera en las construcciones industriales más recientes.  Recuerdan a paralelepípedos -la geometría más vulgar- con pintas de cueva por dentro, y un toque de vulgar distinción por fuera. Un efecto pensado más para preservar una imagen que para lograr orgullo en una plantilla que, forzosamente, debe ser cada vez más inventora, con amor por las ciencias, que se inspira en su comprensión profunda, y que busca estímulo diario en todos los detalles. Hasta en las formas en las que una claraboya o una cripta arrojan sus sombras en un solsticio o equinoccio.


Javier Borda Elejabarrieta
, Dr. I.I., Msc. en modelos matemáticos y MBA; Presidente de Sisteplant. Profesor de la ETSII de Bilbao (Aula Aeronáutica) y de la URJC, (logística para Defensa).

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