Rodará una secuencia. Primero se digitalizará extensamente, llegando al control unitario de materiales y procesos y a su conexión en red interactiva con las personas. Segundo, se incorporará algo de inteligencia (no la mayor) mediante la criba y directividad de esas interacciones y la adopción progresiva de la (infundadamente) temida robótica humanoide.
Será obligatorio llegar hasta aquí para todas las fábricas que pretendan competir en mercados punta en su sector. Del todo necesario, pero no suficiente para diferenciarse y destacar. Eso no quiere decir que en ello no haya un contenido tecnológico (físico-mecánico y de TICs), ni esfuerzo de diseño organizativo relevante, pero una vez llegados a este punto se abre la posibilidad de desarrollar varias capas.
La primera, la de una coordinación inteligente y predictiva en el corto y medio plazo de personas, máquinas, flujos, materiales, y tácticas básicas de diseño, producción y mantenimiento.
La segunda capa, sustancialmente más compleja, pretende explotar de forma resonante la participación de personas inter-nivel en las Aulas-Laboratorio, germen de mejoras radicales participativas y Escuelas divertidas de conocimiento tecnológico profundo. Incluyendo a los operadores, por supuesto, como líderes. Lo que esta segunda parte supone es el concurso de modelos matemático-físicos sofisticados, generados con el auxilio de software de Inteligencia Artificial, pero yendo mucho más allá y llegando a la explicitación de las ecuaciones diferenciales o lógicas que explican los fundamentos. La manera de llegar a ello es sofisticada, pero comprensible y esencialmente didáctica y muy frecuentemente utilizando la sutil regresión simbólica. Actualmente, esta parte es objeto de investigación y desarrollo en Sisteplant, como componente crucial del software Promind para la gestión tecnológica de esas Aulas-Laboratorio.
En tercer lugar, y sólo una vez superadas las capas anteriores, cobra sentido la fase de Modelización Estratégica. En ella, modelos de Investigación Operativa más o menos sofisticados pero comprensibles, sugieren en un tiempo efectivo (cercano al real) caminos que optimizan cada breve período de tiempo dentro de otro más largo, pero también optimizado. Quizá la obtención de este último plan pueda ser algo más sencillo, pero es obvio que sólo él no pinta nada, porque no actúa sobre una realidad tan cambiante (así es inevitablemente la fábrica digital del futuro inmediato) que necesita una directividad permanente y adaptada a las circunstancias. La integración coherente de ambos ámbitos de tiempo es de una complejidad intrínseca considerable. Nada de esto tendría sentido ni factibilidad sin las dos primeras capas resueltas.
Todo esto coloca en el mismo plano y escala de tiempo a estrategias, tácticas, planificación y control, sistemas, procesos, máquinas, robots y a nosotros. Todos con idénticas necesidades y, entonces, su permanente y ágil interacción es inevitable, como también lo es la fiabilidad límite de todas las TICs utilizadas.
Debo insistir en que no es posible solapar o intercambiar el orden de nuestras tres capas. Hacerlo las haría vulnerables a su abandono por falta de la solidez de sus cimientos. Cada una es base de la siguiente. Modelos de Investigación operativa más o menos sofisticados, bien sean lineales y Simplex, o no lineales y branch and bound, se han utilizado, desde hace mucho. Pero invariablemente se han derrumbado o quedado aislados (que es casi lo mismo) por falta de una base que les diera transversalidad. La digitalización de la capa 1, y la Inteligencia de las Aulas de la capa 2, les dan el soporte y la trascendencia para el negocio, la directividad del tiempo real, y la fe de las personas en ellos.
Hace dos décadas hubo una corriente llamada CIM (fabricación integrada por ordenador), que se elevó sobre el desarrollo informático que supusieron las redes de área local y sus estándares. El CIM cayó, porque su eje fueron los aspectos de TICs, y la “I” de Integración se orientó exclusivamente a la comunicabilidad entre dispositivos y un ordenador que gobernara los flujos en las plantas de fabricación. Pero se dejaron aparte varios elementos esenciales: el impacto en el modelo de negocio y su rediseño, la modelización y optimización, los cambios físicos dramáticos que deberían haberse hecho en flexibilización y fiabilización de la producción, sin los cuales todo el edificio informático perderá su sentido y operatividad y, sobre todo, el concurso activo del liderazgo por las personas y la aplicación de las pocas posibilidades que había entonces con el campo de la Inteligencia Artificial (Sistemas Expertos) para lograr algo de “pegamento” entre todas las piezas del puzzle. No se debe repetir.
Javier Borda Elejabarrieta, Dr. I.I., Msc. en modelos matemáticos y MBA; Presidente de Sisteplant. Profesor de la ETSII de Bilbao (Aula Aeronáutica) y de la URJC, (logística para Defensa).