Pues es importante. A veces pienso cómo es posible que las personas que tienen más contacto con las entrañas de una fábrica, tengan ánimo de ir a trabajar. Cuando tienes una componente significativa de trabajo intelectual, un entorno desagradable se puede soportar. Hasta ahora, los operadores en la planta carecen en gran parte de ella.
Pero, con la llamada “fábrica del futuro”, parece que algo nos clama cambio. Lo más aparente es la intensidad tecnológica que la caracteriza, y el clamor es mero sentido común de proporción: un “chamizo” lleno de ruido negrura y poca luz, parece que no pega demasiado con poner una “Aula Laboratorio”, robótica humanoide, drones o una intensiva informática inteligente.
Aunque haya muchos lugares en el mundo con casas de adobe dotadas de una red WIFI más potente que la mía, no parece lo más razonable cuando podemos evitarlo. Y nosotros, industriales occidentales y relativamente opulento, sin duda, podemos.
Supongo que muchos recordaremos el ejemplo de la planta del VW Phaeton de Alemania, que pronto calificamos de modélica. Bueno, no todos, algunos la llamaron “Disneylandia Industrial”, haciendo alarde de un practicismo (que no pragmatismo) superficial a más no poder.
Acristalamientos generalizados, luz natural desde todos los ángulos, espacios diáfanos, colores claros (¿para qué “sufridos”, si lo que hay que hacer es no ensuciar?), naturaleza y despachos integrados entre máquinas y un largo etcétera.
Y todo esto ¿para qué?, se preguntarán. La respuesta es sutil: es para crear UN CLIMA INTELECTUAL y TECNOLÓGICO GENERALIZADO, algo a todas luces de mucho mayor alcance que exclusivamente proporcionar a las personas un entorno más habitable (mejor dicho, habitable). Porque cómo creo que ya he comentado en otras ocasiones, lo profundo del tema es que se trata de conducir al nacimiento de un operador profundamente tecnológico, y que disfruta y se divierte todos los días con los retos técnicos.
Recuerdo también, que quien hacía el símil de esa fábrica con una atracción para niños, se preguntaba por el “pay back” de semejante inversión. “Es que una empresa así se lo puede permitir”… ¿De veras?
Pues el sector del automóvil está sometido a márgenes muy estrechos en un mercado extremadamente competitivo y volátil y, quienes lo conocemos, sabemos que jamás hace nada sin un retorno rentable de la inversión.
Pero claro, rentable ¿a qué plazo? ¿no estará aquí la diferencia?
A mayor sutilidad en un planteamiento –siempre bien orientado– hay una rentabilidad mucho mayor y sostenible pero, eso sí, a largo.
Y en este caso se ve claro: nadie puede hacer una fábrica con un cascarón ideal pensando en que con ello ya ha hecho los deberes y que los resultados se darán por sí mismos. Al contrario; obligará a trabajar de forma mucho más intensa en la distribución tecnológica generalizada hacia las personas, con la ayuda inestimable de sistemas amigables de inteligencia artificial, y en lograr así un conjunto diáfano y claramente próspero.
Si vas a construir una planta nueva, ni lo dudes. Y esto no es solo una cuestión de arquitectura, más bien al contrario.
El diseño de una fábrica del futuro debe responder a un modelo de negocio moderno y con amplias miras, y a la infraestructura de equipos e inteligencia que lo posibilite.
En una planta existente, sin duda, hacer algo con suficiente “palanca” es considerablemente más difícil, pero no es imposible y hay que intentarlo ¿Cómo podemos enfocarlo?
- Limpiar y adecentar radicalmente
- Insonorizar máquinas y evitar fugas y orígenes de suciedad
- Posibilitar luz natural, alterando la estructura si es preciso
- Cambiar el lay out sin miedo y, quizá complementar con ampliaciones locales de la obra civil.
- Hacer posible que nuevos elementos como AGV’s o robots antropomórficos, con TIC’s como IoT (internet de las cosas) y 4.0, puedan moverse libremente sin peligro alguno de accidentarse, etcétera, etcétera.
Es algo asequible, la inversión puede dosificarse, y su recuperación será amplia.
Ahora bien, NADA DE LO ANTERIOR PUEDE HACERSE aisladamente sin que responda a un Plan Estratégico Tecnológico y de negocio, y sin que en las modificaciones físicas que supone se incluyan elementos organizativos de cambio, como Aulas-Lab, que aglutinan de forma práctica los conceptos de la fabricación avanzada y crean un operador tecnológico, así como el software inteligente de apoyo que la hace viable y pragmática.
No nos debe caber duda; la fábrica del futuro tiene que ser lo más parecido a la “Academia” de Platón.
Javier Borda Elejabarrieta, Dr. I.I., Msc, MBA, Presidente de Sisteplant y Profesor de la ETSII de Bilbao y URJC.