Ecología Corporativizada. La Fábrica del Futuro es una Oportunidad

¿Nos estamos tomando en serio la Ecología? ¿Es siquiera una restricción técnica crítica para la optimización de la fabricación? A la segunda, ingenua o interesadamente, le llamamos “Ecología Corporativizada”, lo que implícitamente es “haz lo necesario para evitar problemas y para decir que somos verdes”.

La única disculpa podría ser la de tener posibilidades reales de actuar en mi campo, pero siempre las hay. La estupidez del miope e irresponsable es flagrante: “yo no supongo nada en esto, el que tiene que actuar es …” Es de tontos no darse cuenta de la trascendencia del Ejemplo, dentro de la organización y fuera.

Dentro es muy fácil motivarse con la Eco, porque la necesidad es evidente y moral, y se puede apalancar con la mejora radical de procesos y su digitalización extensiva e inteligente; con la fábrica X.0.

La razón es clara, con la transformación radical física, digital y organizativa que lleva la FoF es el momento de erradicar procesos viciados, y no sólo buscar una mejor eficiencia OEE que incluya también calidad extrema. Se ayuda poco a la sostenibilidad sólo mejorando la eficiencia, hay que ser más ambiciosos y cambiar procesos radicalmente, al inicio del X.0, y en su desarrollo.

El marco ahora es que la Ingeniería de Valor del producto es MÁXIMA con MÁXIMA ECO, y la funcionalidad es una restricción; justo al revés de lo que se ha hecho siempre.

Y, entonces, dada la gravedad de la situación, no es nada difícil prever el próximo hito: fabricar productos duraderos a precios mayores, porque -y aquí está la clave-, salvo en mercados marginales, muy pronto todos estarán dispuestos a pagar algo, o incluso bastante más, por algo que sea compatible con el medioambiente.

Pero hay algo clave; incluso el reciclado de productos antiguos, si es consistente con su funcionamiento o consumo correctos, puede ser una fuente extremadamente rentable. Y no solo porque adquiera el “desecho obsoleto reciclable” a un precio ridículo, o porque sea capaz de re-fabricar de manera eficiente (que no es sencillo)  materiales  de entrada con situación muy cambiante de unos a otros (todo ello sería efecto “coste”). Es sobre todo, porque con acomodaciones de diseño convenientes, podría incrementar su valor funcional o de uso, y posiblemente obtendría además un atractivo “vintage”. Todo esto, que hoy se da ya en el mercado del lujo, se puede generalizar. El reciclado puede (y debe ser) un negocio para el propio fabricante, porque enriquece su cadena y le da integrabilidad y posibilidades de optimización global.

La fábrica del futuro (FF) tiene, por su concepto básico de “que todas las personas se diviertan y motiven con el manejo de la tecnología, porque sean capaces de comprenderla y hacerla evolucionar con un sentido de aportación a la sociedad”, la base perfecta para ser el hogar de productos sostenibles. Es más, yo diría que, sin ellos, pierde casi todo su sentido, porque el manejo de ideales es su parte esencial, y porque entonces necesita contribuir de forma activa a evitar una previsible catástrofe climática. El limpiar mis procesos y evitar parte de su huella de carbono es tan solo algo reactivo –el reciclaje con valor incrementado de productos es otra cosa-, pero en cualquier caso muy necesario.

La fábrica del futuro tiene, además de las éticas, las propiedades tecnológicas que la hacen idónea para lo duradero y limpio: una ingeniería compacta y potente que integra a todos los niveles de fabricación, incluido, especialmente, el operador de máquinas, una inteligencia tecnológica que se distribuye hasta éste último, y una agilidad de funcionamiento en sus modelos de negocio, diseño, operaciones y logística. Con ello se enfrenta con naturalidad a la problemática de renovación continua de diseños, aprovechando las oportunidades de nuevos y avanzados materiales, y genera así viabilidad en todos los procesos de reciclado de alto valor con re-fabricación como mencionaba antes.

Hay un elemento esencial para estos productos; durabilidad, lo que implica que sean intrínsecamente fiables, robustos y sencillos, que tengan una utilidad y/o una funcionalidad avanzadas, limpias, saludables, e intuitivas (a pesar de su diseño simple), y que presenten una estética elegante y sobria, minimalista y lejos de exuberancias. O sea, que tengan “fondo y forma”; ambos.

Afortunadamente, y de nuevo, la fábrica del futuro tiene la respuesta, porque ésta no es otra que tener procesos de ingeniería mucho más científicos que empíricos, utilizarlos de forma generalizada desde el desarrollo del producto hasta la línea de fabricación y la logística de distribución, y fabricar con unas tolerancias muy estrechas y defectos cero “a la primera”, lo que es otro conflicto si no se tiene la capacidad tecnológica necesaria. Esta es elevada, pero perfectamente alcanzable con la aplicación de esos principios intrínsecos que deben gobernar la fabricación avanzada a la que me refiero.

Con este modelo, cuya intensidad de aplicación es relativa a cada naturaleza de producto (no es lo mismo hacer durable o reciclar, por ejemplo, una aeronave, que sistemas electrónicos, o productos alimenticios, por poner tres niveles de complejidad), la rentabilidad potencialmente alcanzable es enorme, no menos que un 15-20% sobre ventas y, sobre todo, les damos un sentido e ideales a las fábricas que dejan de ser -si es que aún lo son, cosa que dudo- exclusivamente una fuente de más o menos dinero.

Cuando se diseña una FoF como parte de una transformación digital inteligente las oportunidades de acción radical aparecen en:

  • Concepción integrada de la re-configurabilidad producto-proceso.
  • Inteligencia artificial aplicada a la detección en tiempo real de la mínima fuga y a la gestión de los ciclos de mejora radical.
  • Machine learning para la integración tecnológica de las personas con conocimiento profundo de los productos y procesos.
  • Interactividad y “nervio” en las soluciones.

Sisteplant investiga en un Software avanzado Eco para la FoF que ermita obligarnos permanentemente a los cambios de proceso necesarios para tener un papel de liderazgo en ecología como parte intrínseca de aquélla.

Muchas veces se critica el catastrofismo de los científicos, pero las señales son bastante evidentes. De la irreversibilidad de lo que puede ocurrir no se puede estar tan seguro como de la inercia de su recuperación una vez traspasado un límite. Lo de actuar con fuerza es parte del negocio porque es parte de la moral.

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